De transportistas de platos a asesores de servicio

Ha llegado el momento de la sala, ha llegado el momento de hacer las cosas bien, ha llegado el momento de exigir esa profesionalidad, y cuando hablo de profesionalidad, no me refiero solo al camarero de los restaurantes de estrella Michelin, o de los restaurantes de 3, 4 ó 5 tenedores, me refiero a la profesionalidad de todas las personas que se dedican al servicio de un restaurante, de un bar, de una cafetería, de una discoteca, de una taberna, de un café, etc. Esa profesionalidad tiene que ser la de la atención al cliente, la atención por los pequeños detalles, cuidar, mimar al cliente.

La seguridad que se debe de transmitir es muy grande, debemos de generar entornos seguros y  confiables. Para ello, la actitud del personal de servicio va a ser fundamental, desde la actitud va a empezar esa confianza del cliente.

Desde una actitud positiva, no desde una actitud de derrota, desde esa actitud, no se logrará. En este nuevo escenario, el camarero pasa a ser el protagonista, su imagen, su uniformidad, su limpieza, su olor, y naturalmente, sus competencias profesionales, también pasan a ser parte fundamental de esa confianza.

El cliente debe de ser exigente, se debe de acabar el ver a “profesionales” sirviendo con ropa de calle, con anillos, pulseras, relojes y todo tipo de objetos que son perfectos depositarios de la mayor de las suciedades.

Debemos de premiar como clientes a esos establecimientos que se preocupen por nosotros, que nos demuestren con sus actos, con sus uniformes, con su higiene, que nos están dando seguridad. Y exijamos la profesionalidad de las personas que trabajan en una barra, o en un comedor, digámosles así NO cuando veamos servir con ropa de calle, o cuando veamos poner un dedo dentro de un plato, o cuando veamos llevar los cubiertos con la mano, o cuando veamos recoger unos vasos con los dedos dentro de las copas sucias, etc,

¡ASÍ NO! Solo con esa exigencia por parte de los clientes, conseguiremos esa profesionalidad. Tiene que ser el cliente el que exija ese servicio, que ahora suma su importancia con la seguridad.

Y exijamos también esos conocimientos, no podemos permitir que la persona que nos atiende no conozca el menú, o la carta, o los ingredientes de ese cóctel…, ahora, esa comunicación con el cliente va a ser fundamental, esa explicación que nos den, cómo nos la transmiten, etc. Ahora es también el momento, si hasta ahora no lo habíamos hecho de escuchar al cliente, tenemos que escucharle para saber cuáles son sus necesidades e intentar satisfacerlas.

Los camareros no deben de ser transportistas de platos, los camareros son asesores de servicio

¿A qué cambia la definición?, pero para dejar de ser transportistas de platos y convertirnos en asesores de servicio, debemos de formarnos, de aprender la profesión, y de tener esa vocación de servicio por los demás.

Hay que invertir en formación, es de las mejores inversiones que podemos hacer en beneficio de nuestros clientes.

José Luis Samitier.

Profesor de «Servicios» – Escuela de Hostelería de Guayente.