
¿Sería posible que todos pasáramos por una formación en cocina a lo largo de nuestra vida escolar?
No cabe duda de que el sector de la hostelería en este país es uno de los grandes motores que emplea directamente a más de un millón de personas.
Sabemos que hemos topado con un gran obstáculo en los últimos meses, y sabemos que va a marcar la tónica de trabajo de los siguientes. Pero después de ésta, que saldremos, se buscarán muchos profesionales con vocación y perfectamente formados, superando la idea de que para hostelería todo el mundo vale. Profesionales a los que una vez formados en hostelería y con cualidades como el saber trabajar en equipo, y tener una buena actitud, el empleo no les va a faltar.
Nos puede aportar conocimientos, práctica, destrezas para enriquecer la alimentación
Además de ser un sector con una gran cantidad de puestos de trabajo cualificados por cubrir, y que por lo tanto, es un buen aliado para decantarnos por estudiar una de sus ramas, vamos a descubrir o darnos cuenta que ese es uno de los muchos motivos por lo que no deberíamos inclinarnos sobre la hostelería, o por lo menos dedicarle algún tiempo de nuestra vida académica y beneficiarnos de ella.
Una de las muchas razones y una de las que más peso podría tener, sería el saber acercarnos a una alimentación más saludable y de calidad. El conocer el valor nutricional de lo que estamos haciendo, el aprender a cocinar a un nivel profesional o más alto al amateur, puede hacer que tomemos conciencia sobre la necesidad de alimentarnos de una forma equilibrada, al conocer técnicas apropiadas a utilizar para cada tipo de alimento con el que vayamos a trabajar, o simplemente tengamos a mano. Mucha gente pasaría de saber hacer cuatro cosas, a contar con una amplia gama de recursos para optar por una alimentación más compensada y variada.
Además de luchar contra la obesidad en jóvenes, cada vez más presente entre nosotros.
Sabríamos elegir y cocinar productos de temporada, no depender de medios artificiales de cultivo como el uso de invernaderos, cámaras para alargar la vida útil de las frutas y verduras, etc.
Cada estación nos trae y nos ofrece productos que nuestro cuerpo necesita para mantener la salud en plena forma, por ejemplo, vitamina C en invierno con los cítricos o frutas con más contenido en agua para el verano como la sandía y el melón.
Controlaríamos el “despilfarro” en las casas. El aprovechar los alimentos aún cuando no parecen que sean ya aprovechables y así darles el valor que de verdad tienen, y que es muy difícil de ver en una sociedad como la nuestra donde casi nunca falta de nada.
Ver en qué podemos emplear ese resto o parte de verdura que no utilizaríamos de normal, o el simple ejemplo de ver que casi todo tiene utilidad, ya sea desde una pieza de casquería a una crema o un puré que lleva unos cuentos días en nuestra nevera y ya no nos llama la atención.
Vamos a darle una “vuelta de tuerca” para volverlos llamativos, apetecibles y no desecharlos.
Mantendríamos muchos platos y elaboraciones que han ido pasando de generación en generación y que actualmente estamos perdiendo, ya sea por la falta de tiempo, falta de interés, pero sobre todo por falta de conocimientos técnicos que nos están impidiendo el poder adentrarnos en según qué recetas que nos aportarían variedad y sobretodo traspaso de información culinaria a generaciones venideras.
Como hemos visto, estudiar cocina puede ser un buen camino para labrarnos un futuro muy interesante. Pero también nos puede aportar conocimientos, práctica, destrezas y habilidades para hacer nuestra alimentación más rica y variada, por ende una vida mucho más saludable.
Por: Pablo Villacampa Lordán
Profesor de «Cocina» – Escuela de Hostelería de Guayente.