Y después del confinamiento… ¿cocinamos?

Cocinamos

Durante estos días de encierro las redes sociales están repletas de vídeos y fotos de comida y es que al final todos, por obligación o por gusto, tenemos un cocinillas dentro. La harina, huevos y levadura van que vuelan de la estantería del supermercado.

A todos nos está tocando pringarnos las manos en casa y espero que dentro de algún tiempo recordemos esta experiencia como algo positivo. Seguro que los más pequeños de la casa recordarán esta etapa no como un aislamiento por culpa de un virus maligno sino como la época en la que estábamos todos en casa y hacíamos cosas juntos, y es que no hay nada más gratificante que ver cómo unos cuántos ingredientes se van transformando para luego ser comidos y disfrutados en torno a una mesa y lo mejor… todos juntos.

Seamos cocineros de experiencias, vamos a enamorarnos de nuestra profesión.

Esta semillita ya estará en muchos de ellos y, ¿por qué no dedicarse a esto en un futuro? Al final la cocina es una necesidad, sí, pero por qué no formarse y poder ofrecer una parte de nosotros a los demás y es que al final, cuando haces un plato, estás ofreciendo una parte de tu experiencia, gusto y buen hacer a los demás, compartes algo muy personal.


Espero que recordemos esta etapa como el momento de reencontrarnos, de conocernos nuevamente, espero que este toque de atención sea para recordarnos qué es lo verdaderamente importante.

Reflexionemos sobre lo que nos hace verdaderamente felices. Vamos a pensar que el planeta se “resetea” y cuando salgamos de esta será una nueva oportunidad para ser felices, para hacer lo que nos gusta, nunca es tarde.

Todo el mundo vende la hostelería como un mundillo duro, lo primero que te dicen: “Tus amigos estarán de fiesta y tú currando”. Sí, es verdad, pero no te cuentan la otra cara de la moneda: “En tu trabajo harás nuevos amigos que serán como tu familia” y de hecho, luego tu familia de sangre no entenderá tus chistes de cocinero, “también tendrás momentos duros pero son muchos más los alegres y de satisfacción”. Esa misma satisfacción que ahora tenemos cuando vemos salir las galletitas del horno, o que vemos al crecer el pan en la encimera de la cocina y luego de horneado sentimos el crujir de su corteza, es como si nos hablara. Multipliquemos esa satisfacción y formémonos para dar lo mejor de nosotros mismos. Traslademos todas esas emociones a nuestra vida profesional, vamos a ponerle pasión a nuestro trabajo. Vamos a fabricar y vender experiencias felices. Vamos a formarnos en algo que realmente nos guste, nos haga brillar. Vayamos a la escuela y aprendamos el oficio para saber mimar y transformar los productos.

Que esta generación reaccione y transmita todo ese aprendizaje a generaciones venideras. La tierra necesita, ahora más que nunca, que le pongamos amor y dedicación, que hagamos las cosas bien. ¡Vamos a enamorarnos de nuestra profesión! ¡Seamos cocineros de experiencias!

Traslademos esas emociones a nuestra vida profesional, vamos a ponerle pasión a nuestro trabajo.

Por: Pilar Torres Fortún
Profesora de «Pastelería» – Escuela de Hostelería de Guayente.

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